S.P.D.V.

Este cuaderno digital está dedicado a la Filología y al Maestro Juan de Ávila (1499-1569). Está editado en Madrid, por Julio C. Varas García y tiene vocación de ofrecer contenidos de forma periódica a todo aquel interesado en las Letras Humanas y Divinas.

sábado, 14 de noviembre de 2015

AMIGO DE SANTOS

EL OTRO DÍA quería haber conmemorado Todos los Santos escribiendo sobre Juan de Ávila. Y, aunque lo hice de alguna forma, no me dio tiempo a decir realmente lo que quería. Estos cuadernos digitales permiten volver sobre lo dicho, rectificar, tal vez nunca terminar de decir del todo.


Detalle de un retrato apócrifo de El Greco (1580), que la piedad ha atribuido a Juan de Ávila.
Museo de El Greco (Toledo).

La santidad de vida de Juan de Ávila debió de resultar muy atractiva para muchos de sus congéneres de la España de 1550. No solo hombres, sino también mujeres, como están reivindicando los estudios de la profesora Mª. Jesús Fernández Cordero (Universidad Pontificia de Comillas), desde hace algunos años. Y no solo en la Andalucía, más receptiva a las nuevas corrientes espirituales que la rancia Castilla desde la que se gobernaba todo. En primer lugar en Salamanca, en donde sabemos que estudió Leyes y, tal vez, realizó algún tipo de voto religioso. Después en Alcalá de Henares, donde coincidió con tantos de aquellos "hombres de Alcalá", admiradores de Erasmo y tal vez hartos de tanta "pureza" racial como imperaba en Castilla. Y, sí, al final en la Andalucía casi por evangelizar en algunas regiones y lugares, donde acaso no te preguntaban tanto por tus abuelos ni qué comías los sábados. En Sevilla, Écija y Palma del Río, en Granada, Córdoba, Baeza, Priego o Zafra, y tantos otros lugares. Finalmente, en Montilla, protegido por la Marquesa de Priego.

Muchos de estos "hombres de Alcalá" se refugian en Sevilla (Domingo de Valtanás, Constantino Ponce de la Fuente, Juan Gil, Julián Garcés...) Algunos, compartirán celda en el Castillo de Triana, pues los brazos de la Inquisición valdesiana eran muy largos y también querían "purificar" las tierras allende el Tajo. 

Castillo de San Jorge, en Triana, sede de las cárceles del Santo Oficio de la Inquisición


Pero a Juan de Ávila, como a Íñigo de Loyola, se le juntan amigos que quieren llevar otra vida y divulgar (entres tantas otras cosas) la oración mental, la doctrina cristiana, el estudio de la Escritura en la verdad de su propia lengua... A estos amigos, a esta espiritual amistad (si alguna no lo fuera), se refiere el título de esta entrada.

Hoy este concepto, como tantas otras cosas, puede que se nos haya quedado "rancio". Tal vez creamos que esta santidad es una aburrida vida dedicada a no mancharse el vestido con el barro del camino, o una serie de prácticas externas y vacías (que los admiradores de Erasmo también y más que nosotros despreciaban). Pero no, no es esto. La santidad no es / era  esto. Admira comprobar, no solo al estudiar un poco la vida del Maestro Ávila, la red de personas que mantienen contacto con él. Son personas que encuentran consuelo, ayuda, amistad, dinero, comida, cariño, sonrisas...





Hay, ciertamente, un Juan de Ávila penitente, austero, que renuncia a ser "príncipe de la Iglesia" y que ayuna interminablemente... 



Pero también existió otro Juan de Ávila. Amable, amigo de los niños, que enseña la oración mental a hombres y mujeres, que no hace ascos de codearse con prostitutas y pecadores públicos, que arriesga su vida y su fama por decir la verdad ante ricos y poderosos. Se parece a Jesús de Nazaret.

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