S.P.D.V.

Este cuaderno digital está dedicado a la Filología y al Maestro Juan de Ávila (1499-1569). Está editado en Madrid, por Julio C. Varas García y tiene vocación de ofrecer contenidos de forma periódica a todo aquel interesado en las Letras Humanas y Divinas.

miércoles, 12 de octubre de 2016

EN POS DE DOMINGO DE GUZMÁN

HACE unos días visité junto a mi esposa los lugares donde Santo Domingo de Guzmán (1170-1221) vivió sus primeros años: Caleruega, Santo Domingo de Silos, Gumiel de Izan.

Como este San Juan al pie de una Cruz ausente, de Gumiel de Izan (Burgos), mi persona iba pensativa, añorante de la amistad que, como la hierba en los campos, se marchita, no logra permanecer para siempre. Triste condición la nuestra, tan inmersa en el tiempo y la caducidad, tan sedienta del "¡para siempre, siempre, siempre!" (Teresa de Jesús, Libro de la Vida).

San Juan al pie de la Cruz (Gumiel de Izan, Burgos)


En Caleruega se yergue todavía la Torre de los Guzmanes, junto a los conventos de dominicas y dominicos, dominando el humilde caserío. Todavía hay jóvenes que buscan a Dios entre sus fríos y antiguos muros. Nosotros quisimos saludar a Teresa. Volveremos otro día.

Caleruega (Burgos). Convento de MM. Dominicas y Casa de Espiritualidad

Por entre sus calles y soledades debieron transcurrir los primeros años de Domingo, que aprendió la caridad en su propia casa, junto a los pobres y enfermos que eran atendidos en el hospital que sostenían sus padres. De todo lo que el P. Jesús (cicerone y bibliotecario) nos explicó con tanta prestancia, solo me quedé con las ganas de visitar la biblioteca, especializada en temas dominicanos, de la que he hablado en otra ocasión en estos cuadernos.

Como tantos niños de los pueblos, Domingo abandonó pronto su casa familiar. Pasó a Gumiel de Izan, donde aprendería los primeros latines junto a su tío, arcipreste de la zona. Impresiona la mole del templo parroquial de Santa María, dedicado a la Asunción. También, lo solitario de las calles de estos pueblos burgaleses que parece ya solo tienen pasado. Aquí todas las iglesias miran a lo alto y en ellas las Vírgenes de piedra trascienden la parda tierra.

Gumbel de Izan (Burgos). Iglesia de Santa María


Cuenta la tradición que Domingo de Guzmán fue bautizado con ese nombre en honor del abad benedictino de Silos, a cuyo sepulcro encomendó la madre del futuro predicador sus angustias. Impresiona, claro, Santo Domingo de Silos: las glosas, Gonzalo de Berceo, Gerardo Diego... A pesar de los guías anodinos, robóticos, que explican los capiteles románicos y los pétreos relieves como en una cadena de montaje turística. Apenas si puede imaginarse que en el claustro superior haya hombres que han abandonado el mundo, sus sinsabores y vanidades, y viven dedicados a Dios. Todo un escándalo para este mundo. Tal vez sea esta la causa de su postergación. Parece que a Silos enviaron sus padres al hermano mayor, para que se formara con los monjes benedictinos.

Santo Domingo de Silos (Burgos). Desde el claustro superior, perspectiva del "ciprés de Silos".

De Gumiel, marcha Domingo a la incipiente Palencia, donde se estaba gestando el Estudio General: la historia de tantos chicos y chicas de los pueblos castellanos de antaño y hogaño. Las actas del proceso de beatificación recogen las palabras de Santo Domingo, cuando decide vender sus libros de pergamino para aliviar la pobreza que le rodeaba: "No quiero estudiar sobre pieles muertas y que los hombres mueran de hambre". Enlazo con la documentada biografía que los dominicos mantienen en línea.

Domingo de Guzmán, de Carlo Pini, en Bolonia.


Juan de Ávila se encuentra a los dominicos muy temprano. En Sevilla, o tal vez desde Granada, intenta pasar junto al P. Julián Garcés O.P. al Nuevo Mundo. Como a fray Luis de Granada o, más tarde a fray Juan de la Cruz, le fue imposible. Dejo para otro día la relación tan fértil entre los hijos de este santo "de alegre semblante" y el Maestro Ávila.

Convendrá mirar a lo alto, como las espigas, para no olvidar a lo que estamos llamados.

domingo, 9 de octubre de 2016

INSCRIPCIONES LATINAS

A mi amigo Gregorio

QUIERO “encentar” este nuevo cuaderno digital uniendo en la primera entrada tres asuntos que me interesan y que, claro, son o podrían ser materia filológica: la lengua latina, el Maestro Juan de Ávila y la vida de un pueblo castellano como Astudillo (Palencia), mi pueblo.

Cruce de las calles Hijas de la Caridad y María Auxiliadora (Astudillo, Palencia)

Supongo que no ha de ser extraño encontrar palabras latinas en las iglesias y camposantos de muchos pueblos de Castilla. Muestran, mudos y elocuentes testigos, el pasado glorioso, heroico, que en otros tiempos fue más generoso con estas tierras, hoy olvidadas y relegadas a menudo a meros “sitios de vacaciones”.

Sin embargo, hace unos años me llamó no poco la atención encontrar una inscripción latina en una de las casas del barrio de Santa María. La obra no era antigua, no pertenecía a ninguno de los antiguos templos ni casonas de Astudillo. Camino del “Hospital” de las Hijas de la Caridad (hoy Residencia de ancianos), bajo un “Vítor” al estilo de los que ilustran los edificios universitarios de Salamanca, algún hijo del pueblo había tenido el antojo de mandar erigir esta inscripción:




Serviam!
Recordare, Virgo Mater Dei,
Du steteris in conspectu Domini,
Ut loquaris pro nobis bona.
Soli Deo honor et gloria

XV Augusti Anno Domini MMXIII

Laus Deo
¡Te serviré!
Recuerda, oh Virgen Madre de Dios,
cuando te encuentres ante la mirada del Señor,
hablar de nuestras buenas obras en favor nuestro.
A Dios solo el honor y la gloria.

15 de agosto. Año del Señor 2013

Gloria a Dios

La hermosa oración dirigida a la Virgen María se encuentra bajo la divisa de los seguidores de San Josemaría Escrivá, procedente, entre otros lugares, de su famoso libro Camino (1939):

El “non serviam” de Satanás ha sido demasiado fecundo. ¿No sientes el impulso generoso de decir cada día, con voluntad de oración y de obras, un “serviam” —¡te serviré, te seré fiel!— que supere en fecundidad a aquel clamor de rebeldía? (Camino, 413)

No he logrado averiguar cuál es el origen de esta oración, según parece vinculada al “Stabat Mater dolorosa” en algunas versiones. Su texto se encuentra también en algunas misas dedicadas a la Beata Virgen María y puede escucharse en gregoriano. En cualquier caso, debía formar parte de las devociones incluidas en las “ars moriendi”, al menos en el siglo XVI. Así la utilizó el Maestro Juan de Ávila (1499-1569) poco antes de expirar, según relata uno de los biógrafos barrocos (Licenciado Luis Muñoz, Vida y virtudes del venerable varón el P. Maestro Juan de Ávila, predicador apostólico. Madrid: en la Imprenta Real, 1635, Libro Tercero, Cap. XXIII, f. 227v).

Juan de Ávila, el latín, Astudillo. Desde luego, dentro del hermoso casco medieval  astudillano, esta encrucijada invita a levantar los ojos al cielo. El recodo que da entrada a la calle de las Hijas de la Caridad permite ver con nitidez las estrellas del alto cielo castellano. Entre el Monasterio de Santa Clara, la iglesia de Santa María y el Hospital de las Hijas de la Caridad no le será difícil recordar a María, a quien acudía a la catequesis de las Hijas de la Caridad o salía de oratorio después de haber llevado “flores a porfía” ante la hermosa imagen de María Auxiliadora de los Cristianos…

¡Cuántos ejemplos de servicio y buenas obras hemos contemplado entre las calles de Astudillo, bajo la “mirada de Dios” y el “recuerdo de María”! ¡Que no todo sea recuerdo, glorioso pasado, remembranza, rescoldo! Aún quedan obras que hacer en favor nuestro y de los demás.

sábado, 18 de junio de 2016

Daniel Faria en la Feria del Libro

CUALQUIER día es tan apropiado como este para regresar a este cuaderno digital. Así me lo parece, al menos, a mí.  Y lo haré acompañado del joven poeta portugués que estoy conociendo.



Entre otras ocupaciones de este mayo, visité la Feria del Libro dos veces y he decidido escribir sobre estas visitas, sobre los libros y, claro, sobre el Maestro Juan de Ávila, que nunca me abandona. En la segunda de las visitas me acompañó mi hijo, que de vez en cuanto, complaciente, acepta verme feliz entre libros. Acepta, también, hacerme feliz comprando un libro que tal vez leerá. Este año, compramos un Tintin en la caseta de la editorial Juventud: "Vuelo 714 para Sidney".




El primer día, fui solo. Era domingo y hacía el calor norte-africano que va invadiendo tradicionalmente Madrid desde el mes de mayo, a despecho del cambio climático. Para mí lo más interesante de la feria suele estar al comienzo del Paseo de Coches, entrando por la Puerta de Madrid:  las casetas institucionales, como la del CSIC o el Instituto Geográfico, donde compré un mapa estupendo de mi Astudillo, en el que aparecen hasta los molinos de viento (!) Después, todo es gente  y colas y escritores detrás de los libros esperando a ser reconocidos o atendiendo con falsas sonrisas las anónimas visitas de posibles lectores. Tanta vanidad en unos cuanta estulticia en otros (entre los que me cuento yo también).


Lo siento, no comprendo ni comparto esta suerte de mitomanía que pretende que una firma "autógrafa" añada un mágico valor a un libro. Intento abandonar desde hace muchos años el culto servil a los dioses paganos y, cada año, promocionado por mercaderes y poderes públicos, he de intentar esquivar esta especie de liturgia a la que acuden riadas de gentes en el Paseo de Fernán Núñez, ansiosos por prosternarse ante ese idolillo "que no puede hablar ni salvar", como los demás.

Una vez ya en el Paseo de Coches, me dirijo a las casetas donde poder encontrar palabras en lengua latina y griega. Este año, después de haberme resistido durante varios, he comprado un Astérix en latín en Librería Áurea, que pienso ir traduciendo a lo largo de este largo año.


Como cuando uno hace un viaje por tierras extrañas, le traje a cada uno de los míos también su libro. A Pedro, esta vez le compré un "Astérix legionario", que es uno de mis títulos preferidos. Encontrar uno para mi esposa, fue más difícil, pues es lectora exigente, de refinado gusto, que busca en los libros, así sin ambages, sabiduría. (¡comprenderéis la dificultad!) Pero la búsqueda del suyo me deparó, de forma sorpresiva, una grata sorpresa. Todo ocurrió en la caseta de "Ediciones Sígueme". Hallé, desde luego, sin esperarlo el libro que esperaba: "Razones para la esperanza", de Martín Descalzo. Ahora sí que tenemos necesidad de ellas; siempre las hemos tenido; nunca faltan y siempre son necesarias.


Conocí, además, a un entusiasta seguidor, conocedor, del poeta portugués Daniel Faria. Estuvo hablándome un gran tiempo del escritor, de su vida, de su trágica muerte, me leyó algún poema y, claro, tuve que aprovechar la oportunidad para comprar uno de los dos poemarios que Sígueme edita en su magnífica colección "El peso de los días".



Cerraré esta entrada con un poema de este magnífico poeta portugués cuya temprana muerte no ha añadido nada a su pureza poética. Me parece que estaría, de hecho, en el Olimpo del antimito: nunca ya firmará ningún autógrafo el poeta, su voz quedará única y sola, vibrando para quien quiera escucharla.

Acabé mi visita en la caseta de la Biblioteca de Autores Cristianos, buscando la sombra de Juan Cerezo y la alegría de la nueva biografía de San Juan de Ávila, que espero todavía y de la que daré pronta noticia. No estaba Juan, pero al menos este año no me golpeó el alma una nueva atribución al humanista Luis Vives de quién sabe qué nueva obra. ¡Alabado sea el único Dios! Encontré, sin embargo, uno de esos "raros" que la BAC ha rescatado del "polvo de los plúteos". Me refiero al estudio más importante que se ha publicado sobre los "Índices" inquisitoriales.


La edición de los "Índices" españoles y portugueses, solo pudo hacerse en las tierras australes del Canadá francófono, cuando todavía no había bases de datos informatizadas, ni lenguajes HTML, ni siquiera procesadores de textos: o sea, sin Apple, sin Google, sin Wikipedia. ¿Increíble, verdad? Lo dirigió Jesús Martínez de Bujanda en la Universidad de Sherbrooke, Quebec (Canadá). La BAC solo publica el estudio teórico, de momento. En las estanterías de la Sala de Bibliografía de la BNE pueden consultarse los tomos rojos, con introducciones en francés, y pasear los ojos por la memoria de las vergüenzas patrias. En el "Índice" de 1559 (estudiado por Martínez Millán también), comparten trena Juan de Ávila, fray Luis de Granada, el Duque de Gandía, el doctor Constantino, Valtanás, los Valdés o el mismísimo arzobispo de Toledo, Bartolomé Carranza de Miranda, entre tantos....

Pero dije que terminaría con Faria. Sus poemas también están en la red y, por aquello de los derecho de autor, tomo de allí este poema, que hago también mío.

Um coração de sangue
um coração de xisto e aço
um coração angular e redondo
como a pedra que te abre
do interior do chão

Um coração solar
de granito
de carne
curado da noite de nascença

Um coração de homem
um coração de homem vivo
um coração de criança ao colo
interior
—mais interior do que o sangue no coração que me darás—

Peço um coração
nuclear




[Un corazón de sangre | un corazón de pizarra y acero | un corazón angular y redondo | como la piedra que te abre | del interior de la tierra

Un corazón solar | de granito | de carne | curado desde la noche del nacimiento

Un corazón de hombre | un corazón de hombre vivo | un corazón de niño al cuello |interior | —más interior que la sangre en el corazón que me darás—

Pido un corazón | nuclear]