S.P.D.V.

Este cuaderno digital está dedicado a la Filología y al Maestro Juan de Ávila (1499-1569). Está editado en Madrid, por Julio C. Varas García y tiene vocación de ofrecer contenidos de forma periódica a todo aquel interesado en las Letras Humanas y Divinas.

domingo, 10 de febrero de 2019

AD FONTES AVILINAS - Semblanza jesuítica del Maestro Ávila

Nunca está de más recorrer el camino de vuelta a las fuentes. La búsqueda de información sobre el P. Jerónimo López S.I., autor del epitafio latino que acompañaba el sepulcro del Maestro Ávila, me hizo encontrar por el camino la Crono-Historia de la Provincia de Toledo S.I. (1710), de Bartolomé Alcázar, que contiene preciosas noticias sobre los primeros años de la Compañía de Jesús. 


Antiguo sepulcro del Maestro Ávila en la Iglesia de la Encarnación (Montilla), hoy Basílica de San Juan de Ávila. El epigrama latino del P. Jerónimo López S.I., en la parte inferior.

La figura del Maestro Ávila está presente en aquellos años, tanto por los intentos que se produjeron para que entrara él mismo en la Compañía (como parece que deseaba Ignacio de Loyola), como por sus discípulos y colegios, que ayudaron en los primeros tiempos a la "mínima" Compañía de Jesús.


El libro está dividido en décadas e incluye las noticias más importantes de la Provincia de Toledo S.I. de cada año. En el dedicado a 1569 aparece una semblanza del Maestro Ávila en la que, entre otras cosas, se repite el epitafio latino y la traducción que el Licenciado Luis Muñoz realizó en la Vida y virtudes del venerable varón el P. Maestro Juan de Ávila (1635). 


Baltasar Alcázar (1648-1721) incluye en su semblanza la información que ya desde el siglo XVII era común en cuanto a la biografía del Maestro Ávila. Después de la transcripción, comentaré algunos aspectos que me parece tienen mayor interés.




La fuente de esta semblanza del Maestro Ávila es la siguiente:

  • Bartholomé Alcázar S.I., Crono-historia de la Compañía de Jesús en la Provincia de Toledo y Elogios de sus varones ilustres, fundadores, bienhechores, fautores e hijos espirituales. Escrita por el P. Bartolomé Alcázar de la misma Compañía. Dedicada al Señor D. Francisco Xavier de Goyeneche y Balanza, Caballero del Orden de Santiago, del Consejo de su Majestad en el Supremo y Cámara de Indias, Tesorero en propriedad del mismo Real Consejo, etc. Segunda Parte. Con Privilegio. En Madrid: por Juan García Infançón, Impresor de la Santa Cruzada, año de 1710. [BNE 2/10146/10147] El ejemplar de la Segunda Parte está digitalizado por la Biblioteca Digital Hispánica, de donde proceden las imágenes que he utilizado para la transcripción.

TRANSCRIPCIÓN MODERNIZADA DE LA SEMBLANZA DEL MAESTRO JUAN DE ÁVILA

(Baltasar Alcázar S.I., Chrono-Historia de la Compañía de Jesús en la Provincia de Toledo y elogios de sus varones ilustres, fundadores, bienhechores, fautores e hijos espirituales, Madrid: por Juan García Infançón, 1710, Segunda Parte, Año 1569, Párrafo IV,  pág. 234-237

Criterio de edición: modernizo las grafías, puntuación, acentuación y separación de palabras según la "Ortografía" académica vigente (2010); no desarrollo las abreviaturas)



MVERTE Y ELOGIO DE
el V.M. Juan de Ávila y el summo 
aprecio que hizo y haze de su 
eximia santidad la COM-
PAÑÍA de Jesús.


Mas no podríamos pasar en silencio —sin omissión muy culpable— la preciosa muerte del V.P. Juan de Ávila | sucedida en Montilla, a 10 de mayo de este año [1569], así por ilustrar con su elogio, aunque muy sucinto, nuestra historia, como por significar la perpetua gratitud que le profesa nuestra mínima Compañía de Jesús y, privativamente, nuestra provincia de Toledo, a la cual enriqueció con algunos de sus mejores discípulos y por el influxo de otros se acrecentó de casas y colegios, como ya hemos visto.

Tuvo su primera cuna este admirable varón en Almodóvar del Campo, villa fecunda de varones santos, en este Arcobispado de Toledo, e ilustró el siglo pasado, estrenándole con su nacimiento en el día señalado con la estrella del Redentor del mundo, que le dio a conocer a los Sabios del Oriente como en anuncio de que había de ser antorcha de España y difundir en ella el esplendor de su santo Evangelio. Estudió las Artes y Teología en la insigne Universidad de Alcalá, haciéndose ya desde entonces venerar con sus costumbres de los mayores maestros y doctores, y admirar con la delicadeza de su ingenio y aprovechamientos en las letras. Deseoso de emplearlas en ganar almas a Dios, se ordenó de sacerdote y, repartida a los pobres toda su hacienda, resuelto a pasarse a las Indias con el Obispo de Tlaxcala, se fue a Sevilla. Pero conocida allí y apreciada su virtud y sabiduría por el V. sacerdote Hernando de Contreras, influyó este al Arzobispo que no defraudase a la Andalucía de la doctrina y ejemplos de aquel varón tan docto y espiritual que Dios le deparaba, por lo cual con precepto expreso le detuvo.

Predicó apostólicamente y con frutos y sucesos admirables en las ciudades y distritos de Sevilla, de Córdoba y de Granada, en Zafra y en otros lugares de la Extremadura. Vuelto a la Andalucía, evagelizó en Baeza; y habiendo estado diferentes veces en la ciudad de Montilla, hizo en ella asiento, y como última escala, para pasar de la tierra al cielo. En todas las partes a donde estuvo fue sol con su ejemplo, fuego con sus palabras, luz con sus escritos, a quien toda España y, en particular la Andalucía, debió celestial enseñanza y gran reformación de costumbres, con que ganó para el cielo ilustres almas. Porque trataba el negocio de Dios sin interés de la tierra, predicaba con espíritu de apóstol —y se grangeó este renombre—, despertando a los pecadores del olvido de su remedio y procurando que le buscasen y recibiesen en la frequencia de los Sacramentos,  de la Penitencia y Sagrada Eucaristía, con tan admirable suavidad y eficacia, que ni perdía lance ni se le malogró persona que de veras gustase una vez de su doctrina. Consiguió tales discípulos, que cada uno era viva copia y llama encendida en aquel volcán abrasado de amor divino con que ardía su pecho.

Fue muy uno en los deseos, como en el espíritu y celo, con nuestro P. SAN IGNACIO, pues toda su idea fue fundar congregación de sacerdotes y para la conversión de las almas. Y así, luego que la vio con efecto lograda en la institución de la COMPAÑÍA DE Jesús, la acreditó con sus palabras y encomios, la enriqueció con sus hijos y aun les dijo tal vez, enviándolos a la COMPAÑÍA: “Andad, que quizás seré yo como Jacob, que envió sus hijos delante y, después, se fue tras ellos”. El P. M. Nadal refirió á SAN IGNACIO cómo trató muchas veces el P. Ávila  con él de entrar en la COMPAÑÍA aunque, como humilde, le parecía que por muy anciano y enfermo no sería de utilidad sino de carga a la religión. | A que dijo el glorioso patriarca: “Quisiera el S. P. Ávila venirse con nosotros, que le trajéramos en hombros, como al arca del Testamento, pues se debe hacer diferencia de las personas”. En que su discretísima santidad declaró el gran crédito y estimación con que apreciaba la de este santo maestro.

Glóriase nuestra PROVINCIA DE TOLEDO de haber sido ennoblecida y santificada con su cuna y con algunos de sus heroicos discípulos, cuales fueron el P. Don Antonio de Córdoba, el P. Doctor Juan Ramírez, el P. Antonio Francisco Critana, su paisano y pariente (de quien hablaremos en breve) y otros de quienes ya llevamos hecha mención en esta Historia. Pasó a las moradas eternas en el día que dijimos [10 de mayo] y, para depositar sus venerables cenizas donde siempre tuvo el afecto de su corazón, las mandó enterrar en el Colegio de la Compañía de Jesús de Montilla. Abriose un arco en el lado de el Evangelio de la Capilla Mayor y dentro de él fueron colocadas en una caja poniendo delante una gran losa engastada en la pared, en la cual se grabó con hermosos y grandes caracteres el siguiente epitafio compuesto por la discreta y elocuente pluma del P. Gerónimo López de nuestra Compañía, y con gallarda propiedad le tradujo en castellano el Licenc. Luis Muñoz, dignísimo panegirista de este venerable maestro.

Magistro Ioanni Avilae, Patri optimo, viro integerrimo,
Deique amantissio, Filii eius in Christo
P.

Magni Avilae Cineres, venerabilis Ossa Magistri,
     Salvete, extremum condita ad usque diem.
Salve, Dive Parens [sic], pleno cui flumine coelum
     Affluxit, largo cuii pluit imbre Deus.
Coeli rore satur, quae mens tua severat intus
     Mille cuplo retulit faenore pinguis ager.
Quas Tagus,ac Baetis, quas Singilis alluit oras,
     Ore tuo Christum buccina personuit.
Te patrii cives, te consulturus adibat
     Advena, tu terris Numinìs instar eras,
Quantum nitebaris humi reptare pusillus,
     Tantum provexit te Deus astra super.

Ipse Lectori.

Avila mi nomen, Terra hospìta, patria Caelum,
     Quaeris quo functus munere? Messor eram,
Venerat ad canos falx indefessa seniles,
     Quae Christi segetes messuit innumeras.

En Castellano.
Salve, mármol sagrado, en quien ahora
urna feliz hasta el supremo día
cenizas del gran Ávila atesora.
Salve, padre y maestro,
en quien el cielo todo, por bien nuestro,
inundaciones de su amor llovía,
fecundó, pues, con celestial rocío
lo que en tu pecho mismo había sembrado;
a Dios dio fruto veces mil doblado,
que en mieses ya maduras
lo que te fía cobra con usuras.
Cuanta espaciosa vega
el Tajo y el Genil y el Betis riega
llenó tu voz del nombre
que el Evangelio aclama, de Dios hombre.
El santo desengaño
el natural buscaba, y el extraño,
en ti como espejo;
oráculo era al mundo tu consejo.
Y, cuanto procuraste
ser pequeño en la tierra en que dejaste
de tu humildad tan soberanas huellas,
tanto mayor subiste a hollar estrellas.

El mismo venerable padre al lector.

Ávila fue mi nombre, mi camino
la tierra en que pisaba peregrino.
El cielo era mi patria verdadera.
¿Qué oficio ejercité? Segador era;
de la incansable mano
nunca dejé la hoz, por muy anciano;
antes a Cristo di siempre constante
cosecha de sus mieses abundante.



 COMENTARIOS

  1. Lo primero que llama la atención es la ausencia de alguna referencia a las obras del Maestro Ávila: aunque se menciona la "luz de sus escritos", no se cita el título de ninguna de ellas.
  2. La semblanza está centrada en la relación que el Maestro Ávila mantuvo con la Compañía de Jesús, destacando cómo la favoreció con sus palabras y sus discípulos, de los que se mencionan tres: Antonio de Córdoba, el Doctor Juan Ramírez y el P. Antonio Francisco Critana (del que otro día daré noticia).
  3. Como en la biografía de fray Luis de Granada o del Licenciado Muñoz, no se hace referencia alguna al origen cristiano-nuevo del Maestro Ávila, aunque tanto las palabras del M. Ávila  como las de Ignacio de Loyola declaraban con meridiana claridad este origen. En efecto, tanto la referencia a "Jacob" y a "sus hijos", como la del "arca del Testamento" aludían en el lenguaje de la época a este origen judeo-converso, tal vez más racial en la época de lo que hoy podríamos pensar.
  4. Tampoco se menciona en absoluto el proceso inquisitorial que marcaría de por vida al Maestro Ávila y a sus obras. Vemos, pues, el intento de "limpiar" la imagen del Maestro Ávila de cualquier tacha de impureza o imperfección (racial, social, religiosa) que pudiera "desvirtuar" el ideal hagiográfico que poco a poco fue realizándose.
  5. Finalmente, quiero destacar las palabras de este elogio tan barroco y jesuítico que Baltasar Alcázar (que fue profesor en el Colegio de la Compañía en Madrid) redacta en este auténtico filón de noticias sobre el Maestro Ávila y sobre la Compañía de Jesús:
"En todas las partes a donde estuvo fue sol con su ejemplo, fuego con sus palabras, luz con sus escritos, a quien toda España y, en particular la Andalucía, debió celestial enseñanza y gran reformación de costumbres, con que ganó para el cielo ilustres almas" (pág. 235).

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