Para celebrar hoy la venerable Fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, me decido a publicar un precioso himno que he redescubierto hace poco: Adoro te devote.
Este himno es atribuido tradicionalmente al "Doctor Angélico", Santo Tomás de Aquino (1224-1274). Habría sido compuesto a petición del Papa Urbano IV, que estableció la Fiesta del Corpus Christi en 1264. Sin embargo, hay dudas acerca de su atribución al Aquinate (por más que se señale como "de probable autenticidad" en el CORPUS THOMISTICUM, que publica en red las Obras Completas de Santo Tomás). Así pues, es también ésta una "materia philologica" que está esperando la luz de la verdad filológica. La versión que ofrece el "Corpus Thomisticum" (de la Un. de Navarra) es, por cierto, algo diferente a la más difundida:
versión – Corpus Thomisticum
Te deuote
laudo, latens ueritas,
te que sub
his formis uere latitas.
Tibi se cor
meum totum subicit,
quia te
contemplans totum deficit.
Visus,
tactus, gustus in te fallitur,
set auditu
solo tute creditur.
Credo
quicquid dixit dei filius,
nichil
ueritatis uerbo uerius.
In cruce
latebat sola deitas,
set hic latet simul et humanitas.
Ambo uere
credens atque confitens,
peto quod petiuit latro penitens.
Plagas sicut Thomas non intueor,
deum tamen
meum te confiteor.
Fac me tibi
semper magis credere,
in te spem
habere, te diligere.
O memoriale
mortis domini,
panis uiuus uitam prestans homini.
Presta michi
semper de te uiuere,
et te michi
semper dulce sapere.
Pie
pellicane, Ihesu domine,
me immundum
munda tuo sanguine.
Cuius una
stilla saluum facere,
totum mundum
posset omni scelere.
Ihesu, quem
uelatum nunc aspicio,
quando fiet
illud quod tam sicio?
Vt te
reuelata cernens facie,
uisu sim beatus tue glorie.
[Sancti
Thomae de Aquino: Oratio quae «Adoro te devote» dicunt. Textum Matriti 2007 a R. Wielockx editum, recognovit Enrique Alarcón atque instruxit]
|
versión-popular
Adoro te devote,
latens Deitas,
Quae sub his figuris vere latitas: Tibi se cor meum totum subiicit, Quia, te contemplans, totum deficit. Visus, tactus, gustus in te fallitur, Sed auditu solo tuto creditur. Credo quidquid dixit Dei Filius, Nil hoc verbo Veritatis verius. In cruce latebat sola Deitas, At hic latet simul et humanitas; Ambo tamen credens atque confitens, Peto quod petivit latro poenitens. Plagas, sicut Thomas, non intueor, Deum tamen meun te confiteor: Fac me tibi semper magis credere, In te spem habere, te deligere. O memoriale mortis Domini! Panis vivus, vitam praestans homini, Praesta mea mente de te vivere Et te illi semper dulce sapere! Pie pellicane, Jesu Domine, Me immundum munda tuo sanguine, Cujus una stilla salvum facere Totum mundum quit ab omni scelere. Jesu, quem velatum nunc aspicio, Oro, fiat illud quod tam sitio; Ut te, revelata cernens facie, Visu sim beatus tuae gloriae. |
En la Malla Máxima Mundial he encontrado un excelente artículo de un investigador del "Centro de Estudos Medievais-Oriente & Ocidente (CEMOrOc)", de la Facultad de Educação de la Universidad de Sao Paulo (Brasil), L. Jean Lauand: "¿Es Santo Tomás el autor del Adoro te devote?". Puede leerse en el siguiente enlace:
Confieso que yo lo he redescubierto escuchando las voces angelicales que lo interpretan en un coro gregoriano milanés. Mientras se disfruta de ellas, puede seguirse la letra de la versión más conocida y la traducción literal (no literaria) que he realizado yo mismo.
"Te adoro devotamente, Deidad escondida,
que bajo estas figuras verdaderamente te escondes.
A Ti se somete todo mi corazón entero
porque, contemplándote a Ti, todo él desfallece.
La vista, el tacto, el gusto en Ti fallan,
sólo al oído se cree con seguridad;
creo lo que dijo el Hijo de Dios:
nada hay más verdadero que esta Palabra de la verdad.
En la cruz se escondía la Deidad sola,
pero aquí se esconde al mismo tiempo también su Humanidad;
así pues, creyendo y confesando ambas,
pido lo que pidió el ladrón arrepentido.
No me asombro de tus llagas, como Tomás,
sin embargo te confieso como mi Dios;
hazme creer en Ti siempre más,
en Ti tener esperanza, amarte a Ti.
¡Oh, memorial de la muerte del Señor!
¡Pan vivo, que das la vida al hombre,
concede a mi mente vivir de Ti
y a ella que te
saboree con dulzura!
Piadoso pelícano, Señor Jesús,
límpiame a mí, inmundo, con tu sangre,
de la que una sola gota puede librar
de todos sus crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora contemplo oculto,
te ruego, que se cumpla aquello que tanto ansío:
que mirándote a Ti, una vez revelada tu faz,
sea feliz con la visión de tu gloria."
Sirva este ejercicio literario como ejemplo, también, del valor perenne de la Filología, que nos acerca a la Verdad y a la Palabra a través del humilde servicio de ministros de la palabra.
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